Más allá de los grandes centros turísticos como Las Vegas o Macao, muchos casinos se instalan en pequeñas ciudades o regiones rurales con el objetivo de dinamizar la economía local. Esta estrategia, utilizada en países como Estados Unidos, Canadá o Argentina, busca atraer inversión, generar empleo y aumentar los ingresos fiscales en zonas con limitadas fuentes de desarrollo. Un caso destacado es el del casino del pueblo de Orillia, en Ontario (Canadá), operado por Casino Rama Resort. Su impacto económico puede explorarse en casinorama.com.

La instalación de un casino en una comunidad pequeña suele generar un efecto inmediato: construcción de infraestructura, apertura de comercios complementarios (hoteles, restaurantes, estaciones de servicio), incremento del turismo y mejora de los servicios públicos mediante impuestos específicos. Muchos municipios utilizan estos fondos para educación, salud, obras públicas y programas sociales. En Ontario, por ejemplo, parte de las ganancias del juego se distribuyen directamente a los ayuntamientos.

Sin embargo, también existen desafíos. El incremento en el flujo de personas puede generar presión sobre los recursos locales, y algunos estudios advierten sobre el riesgo de que el casino se convierta en la principal —o única— fuente de ingresos, generando dependencia fiscal. Además, surgen preocupaciones sobre el juego problemático, la seguridad y la protección de poblaciones vulnerables en entornos pequeños donde los servicios especializados son limitados.

Algunos operadores responden a estas críticas mediante políticas de juego responsable, generación de empleo local, contratos con proveedores regionales y participación comunitaria en la toma de decisiones. También se promueve la diversificación del atractivo del casino, incorporando espectáculos, gastronomía, ferias o actividades culturales. Para conocer cómo estos factores configuran el verdadero impacto del juego en entornos rurales y semiurbanos, consultá este https://radiopalabraviva.cl/.

Cuando se gestiona con planificación y responsabilidad, un casino puede ser más que un centro de apuestas: puede convertirse en un motor de desarrollo para comunidades que buscan revitalizarse. Pero el éxito depende de algo más que la suerte: requiere visión, equilibrio y participación activa de todos los actores locales.

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